Mermelada de Pera
Ingredientes: 4 kg de peras, 1 kg de azúcar, jugo de limón, vainilla (al gusto), gasa, sal
Pelé las peras y quité los corazones, cuidando de protegerlas del proceso de ennegrecimiento. Para prevenir la oxidación, cubrí las peras con una gasa empapada en una solución de agua con sal, que actuó como un conservante natural. La salmuera se preparó con una concentración de sal más alta de la que se usa normalmente en la cocina, lo que ayudó a mantener la frescura de la fruta. Después de terminar de limpiar todas las peras, espolvoreé azúcar sobre ellas y las dejé macerar durante aproximadamente una hora. Esto permitió que la fruta liberara su jugo, formando una deliciosa base para la mermelada.
Después de que las peras liberaron suficiente jugo, coloqué la olla en la estufa y comencé a hervirlas. Es importante mencionar que las peras tienen un alto contenido de agua, así que, después de un tiempo, noté que habían soltado mucho jugo. Así que decidí sacar la olla del fuego y escurrir un poco más de la mitad del líquido en una olla separada. De este jugo, creé un jarabe dulce, que añadirá un sabor rico a la mermelada.
La ebullición de la mermelada continuó, removiendo constantemente para evitar que se pegará. Después de aproximadamente tres horas, cuando la mermelada comenzó a adquirir una consistencia densa, apagué la estufa y la dejé enfriar. Al día siguiente, verifiqué la consistencia de la mermelada, que parecía aún demasiado líquida, así que la volví a poner en la estufa para hervirla durante una hora más. En esta etapa, añadí el jugo de tres limones, que ayudará a equilibrar la dulzura, y vainillina pura para un extra de sabor. Después de otros diez minutos de ebullición, dejé que la mermelada se enfriara nuevamente.
Para comprobar si la mermelada había alcanzado la consistencia deseada, utilicé una cuchara de madera, que se mantuvo en pie en la mermelada. Esta fue la señal de que estaba lista para embotellar. Recalenté la mermelada, la vertí cuidadosamente en frascos esterilizados y añadí salicilato por encima, un conservante natural que ayudará a conservar la mermelada. Después de sellar los frascos, los envolví en una manta para que se enfriaran lentamente, un proceso que contribuirá a formar una costra protectora. Así, la mermelada se conservará en las mejores condiciones, lista para ser disfrutada en tostadas o como ingrediente en varios postres.
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