Adenoides

 Ingredientes: 360g de nuez molida, 16g de azúcar en polvo, 8 claras de huevo, 48g de harina, 480g de azúcar granulada, unas gotas de esencia de almendra.

Los pralinés son una delicia que deleita con su textura crujiente y su intenso sabor a nuez. Prepararlos requiere un poco de paciencia, pero el resultado final vale todo el esfuerzo. Para empezar, necesitamos nuez molida finamente, que formará la base de estas galletas aromáticas. En una cacerola, combinamos la nuez con azúcar granulada. Es importante que la mezcla sea homogénea, por lo que podemos usar una espátula o una cuchara de madera para mezclar los dos ingredientes. Luego, añadimos la clara de huevo, que no debe batirse previamente, para mantener la humedad y permitir que los pralinés mantengan su textura característica.

Una vez que hemos obtenido una composición homogénea, colocamos la cacerola a fuego medio, teniendo cuidado de revolver constantemente. El objetivo es que el azúcar se derrita por completo y la mezcla se calienta, casi caliente. Esto ayudará a activar los ingredientes y dará a las galletas una textura perfecta. Después de que la mezcla esté caliente, la dejamos enfriar, luego la cubrimos y la ponemos en el refrigerador durante la noche. Este paso es esencial, ya que permite que los sabores se desarrollen y la composición se espese.

Al día siguiente, sacamos la mezcla del refrigerador y añadimos esencia de almendra, que agregará una nota aromática atractiva. Luego, incorporamos la harina, mezclándola bien para lograr una composición uniforme. Es importante no dejar grumos, ya que podrían afectar la textura final de los pralinés. Después de terminar de mezclar, nos preparamos para formar las galletas. Usando una cucharadita, tomamos porciones de la mezcla y las colocamos en una bandeja para hornear forrada con papel pergamino, dejando suficiente espacio entre ellas, ya que crecerán un poco durante la cocción.

Para lograr esa corteza brillante específica de los pralinés, cada montículo debe ser generosamente espolvoreado con azúcar en polvo. Este no es solo un paso decorativo, sino también uno esencial para la textura final. Después de terminar de espolvorear todos los montículos, precalentamos el horno a una temperatura de aproximadamente 140-160 grados Celsius. Colocamos la bandeja en el horno y horneamos los pralinés durante 15-20 minutos. Es importante prestar atención a su coloración; deben volverse brillantes y mostrar pequeñas grietas en la superficie. Una vez que estén listos, los dejamos enfriar en una rejilla y luego podemos disfrutar de estas delicias aromáticas, perfectas para servirse junto a un café o un té fragante. ¡Saborea cada bocado!

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