Sopa de Puerro
Ingredientes: Para la sopa: 3 puerros grandes o 6 más pequeños, 1 cebolla seca, 50 g de mantequilla (quizás un poco más), 3 patatas grandes o 6 pequeñas, 1 litro de caldo de carne (pollo preferido), un manojo de perejil fresco, 1 yema de huevo, sal y pimienta al gusto, 250-300 g de nata líquida (sin azúcar), cubos de bacon fritos o crutones de pan para decorar y servir. Para los crutones: mantequilla del tamaño de una nuez, sal (al gusto), 2 dientes de ajo finamente picados, un poco de parmesano rallado.
El puerro y la cebolla, ingredientes esenciales en esta receta, se cortan en rodajas finas, cuidando de preservar su delicada textura y sabor. Luego, se saltean en mantequilla derretida, revolviendo constantemente para evitar que se doren. El objetivo es lograr una consistencia suave y brillante que añadirá un toque de dulzura a nuestro plato. Una vez que la cebolla y el puerro han tomado esta forma, añadimos las patatas en dados. Las patatas no solo enriquecerán la sopa con un sabor cremoso, sino que también contribuirán a la consistencia final del puré.
Después de incorporar las patatas, vertemos el caldo de pollo, hecho con huesos para conseguir un sabor profundo y sabroso. Añadir perejil fresco picado es esencial, ya que aportará una nota de frescura y enriquecerá el aroma del plato. Todo se deja hervir a fuego medio durante unos 15-20 minutos, o hasta que las verduras estén suaves y fáciles de machacar. Después de hervir, colamos la mezcla, manteniendo el caldo en una olla separada.
Las verduras hervidas se colocan en una batidora, añadiendo gradualmente un poco del líquido reservado para facilitar la mezcla. El objetivo es lograr un puré suave y cremoso, que será la base de nuestra sopa. Una vez alcanzada esta consistencia, el puré se reintroduce en la olla con la sopa, donde añadiremos una yema de huevo, batida previamente con un poco de sopa para evitar la coagulación. La mezcla se homogeneiza, y al final se añade la crema, que proporcionará una textura aterciopelada y un sabor rico.
Ponemos la sopa al fuego, teniendo cuidado de no dejarla hervir, para mantener todos los nutrientes y sabores intactos. Al servir, la sopa se puede decorar con cubos de tocino crujiente, que añadirán crocancia, o con picatostes de pan, preparados con rebanadas de pan untadas con mantequilla y especias. Estos se cortan en trozos y se hornean hasta que estén dorados y crujientes.
Así, esta sopa de puerro y patatas no es solo un plato reconfortante, sino también un festín para los sentidos, perfecta para días frescos o para impresionar a los invitados en una cena especial. Los sabores se combinan armoniosamente, y la textura aterciopelada del puré, junto con las guarniciones crujientes, convierte cada porción en una verdadera delicia.
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