Albóndigas de Calabacín y Atún en Conserva
Ingredientes: 1 calabacín verde u otro tipo, pero sin semillas, de aproximadamente 18 cm cada uno. 1 lata grande de atún, sal, pimienta, eneldo. 2-4 rebanadas de pan (dependiendo de qué tan delgadas estén cortadas). 1-2 huevos dependiendo de su tamaño (usé 2 medianos). 1 cucharada de queso (más seco, posiblemente un trozo que hayas mantenido en la nevera durante al menos una noche para que esté más seco y se ralle mejor). Harina (o pan rallado, yo usé harina), aceite para freír.
Lavamos el calabacín, quitándole los extremos, luego lo rallamos en un rallador grande, obteniendo una textura fina que contribuirá al sabor y la estructura de las albóndigas. Es importante exprimir bien el calabacín en el puño para eliminar el exceso de agua; de lo contrario, la mezcla se volverá demasiado blanda. Después de terminar con el calabacín, abrimos la lata de atún y escurrimos el aceite, que no utilizaremos. Si prefieres una opción más saludable, puedes optar por atún en su jugo natural, desechando el líquido innecesario.
Ahora, nos ocupamos del pan. Ponemos algunas rebanadas de pan (aproximadamente dos o tres) a remojar en agua tibia, luego las exprimimos bien en el puño, de modo que obtengamos una masa homogénea que ayudará a unir los ingredientes. En un tazón grande, agregamos el calabacín rallado y escurrido, el pan remojado, el atún, sal, pimienta y eneldo picado finamente. El eneldo fresco proporciona un sabor especial, pero si no lo tienes, también puedes usar eneldo seco.
Para enriquecer la mezcla, también añadimos un poco de queso, que aportará un sabor sabroso. Ahora, es el momento de añadir un huevo. Esto ayudará a unir los ingredientes, pero si sientes que la mezcla sigue siendo demasiado blanda, no dudes en añadir un segundo huevo. Amasamos todo bien, exactamente como haríamos con cualquier tipo de albóndiga. Si sientes que la mezcla sigue siendo demasiado húmeda y líquida, añade gradualmente pan rallado o harina, removiendo constantemente, para que logres la consistencia adecuada.
Una vez que la mezcla esté lista, humedecemos ligeramente nuestras manos para formar las albóndigas. Es importante modelarlas con cuidado para que no se rompan durante la fritura. Reboza cada albóndiga en harina o pan rallado, y luego colócalas con cuidado en la sartén con aceite ya caliente. Fríe las albóndigas por ambos lados hasta que se doren y estén crujientes, lo que tomará unos minutos. Estas albóndigas de calabacín y atún son perfectas como aperitivo, pero también se pueden servir como plato principal junto a una ensalada fresca o una guarnición de patatas. ¡Disfruta del delicioso resultado, que seguramente te cautivará con sus sabores tentadores!

