Tomates secos, conservados en aceite
Ingredientes: tomates de jardín, usé los alargados, maduros, - sal (usé sal del Himalaya) - granos de pimienta negra - orégano seco - albahaca fresca - ajo - hojas de menta fresca - aceite de oliva (de buena calidad)
Si deseas preparar una cantidad mayor de tomates secos, necesitas armarte de mucha paciencia y estar listo para una agradable experiencia culinaria. Yo sequé aproximadamente 1.5 kg de tomates, y de esta cantidad obtuve 3 tarros de 200 gramos, todo realizado en un lapso de 2-3 horas. Es importante tener todos los ingredientes listos, así que comenzaremos lavando los tomates muy bien bajo agua corriente, asegurándonos de eliminar cualquier impureza. Después de lavarlos, los dejamos secar completamente para evitar el exceso de agua durante el proceso de secado.
El siguiente paso es preparar la bandeja en la que secaremos los tomates. Colocamos una hoja de papel para hornear en la bandeja y encendemos el horno a una temperatura mínima. Es esencial tener las especias a mano, ya que ayudarán a realzar los sabores. Cortamos los tomates en rodajas finas, de aproximadamente 4-5 mm, utilizando ya sea un cuchillo bien afilado o un cortador eléctrico. Es importante que las rodajas sean uniformes para que se sequen de manera uniforme.
Colocamos las rodajas de tomate en la bandeja preparada, teniendo cuidado de no superponerlas, sino de colocarlas en una sola capa. Elegí secar dos bandejas a la vez, así que tuve más combinaciones de sabores. En una de las bandejas, espolvoreé sal gruesa, granos de pimienta, unos dientes de ajo enteros (sin picar) y hojas frescas de albahaca. En la segunda bandeja, utilicé sal gruesa, granos de pimienta negra y hojas de menta fresca. Estas combinaciones crean una locura de aromas que comienzan a liberarse a medida que los tomates se calientan.
Mantenemos el fuego al mínimo y dejamos la puerta del horno entreabierta, justo como harías al preparar merengues. Durante este tiempo, los tomates se secarán durante aproximadamente 2 horas, pero es posible que necesites dejarlos un poco más. Cuando se vuelvan secos pero no quemados, apagamos el horno y los dejamos enfriar un poco en el interior del horno durante unos minutos. Después de que se hayan enfriado, los sacamos y los colocamos en una rejilla para que se enfríen completamente.
Mientras los tomates se enfrían, preparamos algunos tarros esterilizados. Yo añadí unas pequeñas aceitunas, del tamaño de la uña del dedo meñique, a cada tarro para dar un sabor extra. Luego colocamos las rodajas de tomates secos, unos dientes de ajo asados, granos de pimienta y aceitunas, y luego llenamos cada tarro con aceite de oliva. Finalmente, espolvoreamos un poco de orégano por encima, enroscamos la tapa y, si es necesario, limpiamos los tarros para eliminar cualquier mancha. Etiquetamos los tarros y los guardamos en nuestra despensa.
Los tomates secos son un verdadero tesoro culinario, perfectos para usar en ensaladas, pastas o como aperitivo. Su sabor intenso y aromas ricos te deleitarán cada vez que los saborees, recordándote los días soleados de verano. ¡Estos tomates secos son, sin duda, una receta casera que vale la pena preparar y disfrutar!

