Compota de cornejo

 Ingredientes: 3 kg espino 1 kg azúcar 3 l agua 1/2 cucharada de salicilato (polvo conservante)

Para preparar esta deliciosa receta de grosellas, comenzamos limpiando cuidadosamente las grosellas, quitando sus tallos y lavándolas bien bajo un chorro de agua fría. Es importante asegurarse de que las frutas estén limpias, ya que esto contribuye a obtener un jarabe de alta calidad. Mientras tanto, ponemos a hervir una olla con agua, y cuando llegue al punto de ebullición, añadimos azúcar granulada. Es esencial que el azúcar se disuelva completamente en el agua, y este proceso tomará unos minutos. Una vez que el jarabe vuelva a alcanzar la temperatura de ebullición, es el momento de añadir las grosellas.

Dejamos que las grosellas hiervan en este jarabe caliente durante aproximadamente 30-40 segundos. Este intervalo de tiempo es suficiente para que las frutas cambien de color y absorban el aroma del jarabe. Después de este tiempo, sacamos las grosellas de la olla y las colocamos cuidadosamente en un recipiente limpio. Este paso es importante para evitar aplastar las frutas. El jarabe permanece en el fuego, donde debe hervir de nuevo hasta alcanzar una temperatura adecuada.

En este momento, añadimos 1/2 cucharada de ácido salicílico, revolviendo constantemente para asegurarnos de que se disuelva completamente en el jarabe. El ácido salicílico es un conservante natural que ayudará a mantener las grosellas en buen estado durante el invierno. Después de que el jarabe esté homogeneizado, lo vertemos cuidadosamente sobre las grosellas colocadas en frascos, asegurándonos de que cada frasco esté lleno de manera uniforme.

Después de sellar los frascos con tapas, los colocamos en un lugar cálido y seco, cubriéndolos con una manta para mantener una temperatura alta. Este proceso de enfriamiento lento es crucial para asegurar la preservación de los sabores y la calidad de las frutas. Los dejamos en este lugar hasta el día siguiente, cuando se enfríen completamente.

Una vez que los frascos se han enfriado, podemos moverlos a la despensa, donde esperarán ser abiertos durante el invierno. Estas grosellas conservadas aportarán un toque de frescura y sabor en los días fríos, siendo perfectas para usar en diversas recetas o simplemente como un manjar en el desayuno. ¡Buen provecho!

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